Necesité alejarme de la rutina, de la comodidad de mi casa, del calor de la familia y de los indiscutibles amigos, para entender qué hay más allá de todo lo que es o era mi mundo.
Cruzar el charco.
Hay un momento, sobre todo cuando uno es joven e inexperimentado, en que comienza la gran retórica filosofía de nuestras vidas. Es cuando toda decisión se vuelve temerosa y creemos que todavía estamos a tiempo para no equivocarnos..
Lo cierto es que nadie escapa al error, a la equivocación, porque nadie lo sabe todo y puede predecir lo que va a suceder.. Sino, para qué viviríamos, no?
Como tener un manual para llevar una vida sin desperfectos, sin contratiempos.. Sin emociones, en realidad.
En la experiencia está la vida, en salir, aventurarse a sentir temor, frío, soledad, dolor. Porque es ahí cuando podés ver todo el resto.
A nuestro al rededor conviven infinitas realidades distintas. La mayoría de nosotros está programado para pasar de ellas. Estamos tan preocupados por hacer cosas para nuestro futuro que olvidamos que existe un presente y es mucho más importante, porque no sabemos cuánto va a durar. Un instante puede ser eterno y una vida puede ser efímera.. Cuando miramos atrás, ya pasó.
Hay un mundo lleno de pequeños detalles que no duran más que un instante.. y reconfortan grandes sentimientos.
Vas a dedicarle un instante de tu tiempo a esos detalles? O vas a seguir perdiendo la vida que te estás ganando?
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