No es una
decisión.
Nadie quiere
abandonar la vida de sopas de la abuela,
Cuadernos de colorear vacíos y paredes que parecen imitaciones de un Kandinsky,
Desayunos
domingueros en cama de papá y mamá,
Amigos
jugando al carnaval en la vereda ( si es del vecino mejor).
Todos
queremos permanecer en la infinita inocencia.
Donde hay
monstruos debajo de la cama y no ladrones y asesinos baratos.
Donde hay
príncipes y princesas de cuentos y no realezas del siglo pasado con la plata de
qué se yo quien.
Abandonar la
niñez, la juventud, los sueños que te mantenían a salvo de los incrédulos; es
tirarte poco a poco los años encima, sin prestar atención ni disfrutar de los
pequeños cambios que, al final, nos hicieron grandes.
Crecer es no
limpiarte el beso de tu mamá en la mejilla y en su lugar corresponderle un
abrazo.Pero es
también ya decidir por uno mismo.
Es saber
decir adiós (como dice Cerati), pero poder decir te quiero.
Crecer es
madurar, es aprender, es descubrirnos y encontrarnos.
Aceptar que
no todo es siempre como queremos,
Y que por lo
que queremos siempre hay que pelear.
Crecer es no
abandonar, ni esa juventud que nos moviliza a hacer locuras que nos hacen
felices,
Ni nuestras
convicciones y creencias.
Es saber que
lo que nos cuesta siempre vale
Y que las
mejoras cosas no se compran.
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