La lluvia que empezó a caer sobre la carpa y el viento que golpeaba y sacudía los árboles, me despertó definitivamente. Durante toda la noche llevé a cabo la técnica de dormir un rato sobre cada lado de mi cuerpo para no endurecerme con el frío y plano suelo de tierra y así me dejara dormir.
Es ya el cuarto día de caminata y la travesía está llegando a su fin. A ver si hacemos nuestro último esfuerzo y logramos cruzar, bajo esta lluvia, este río que luego se crece en mar para llegar a nuestro objetivo final: 60 km. 5 días. Sólo con la mochila en la espalda.
Tengo que admitir que, después del primer día, me replanteé varias cosas. Después de todo, es mi primera experiencia de este tipo: "track", largas distancias y cargada con algo de peso. Pero un desafío es un desafío y hay que cumplirlo como sea.
Con el negro salimos de Christchurch a dedo (sin mucho éxito al principio, ya que nos costó 10 hs realizar el trayecto de 360 km hasta Blenheim). Por suerte, Migoyo nos esperaba con comida y una buena cama para descansar de nuestro largo viaje, al menos unas horas, para emprender una nueva aventura.
La ruta Blenheim-Motueka "hitchhacking" no dio resultados. Así que después de proveernos para 5 días alejados de la civilización, tuvimos que tomar un bus que nos dejaría a 20 km de la puerta del "National Park Reserve Abel Tasman".
Las vueltas de la vida y el viaje nos hicieron dar con una amiga de Migoyo, chica que había conocido en otro track (tongariro crossing) 5 meses atrás, y al contarle de nuestros planes se ofreció indiscutiblemente a llevarnos a destino y buscarnos al regreso.
Son de las cosas más lindas de este viaje.. Compartir, conocer gente, crear lazos, convertirse poco a poco en mejores seres humanos.
Y era tarde cuando llegamos. Pero decidimos empezar a caminar de todos modos.
El atardecer pintaba la montaña y lo que quedaba de sol aún nos mantenía templados.
Cuando la noche empezó a meterse entre los árboles, creo que apuramos aún más el paso. Ya empezábamos a mirar carteles que nos indicara la distancia que teníamos hasta nuestra primera parada.
Una rápida decisión nos hizo cambiar rumbo y derivarnos en una playa, iluminados solo por la luz de la gran luna que nos acompañaba mostrándonos el camino.
El cielo totalmente despejado y la increíble cantidad de estrellas nos recibió de par en par en nuestro campamento, lo que nos permitió jugar un poco con la cámara y, con vino de por medio, bautizamos el primer día superado de esta aventura que ya se mostraba increíble.
Ya estamos listos. La lluvia convirtió la carpa de los chicos en una piscina. No son buenas noticias ya que significa más peso en las mochilas. Ya no queda ropa seca y acabamos de atacar nuestras casi últimas provisiones de comida, ya que ayer tuvimos que compartir (forzosamente) con las pseudo-gallinas del campamento.
Nos preparamos anímicamente para enfrentar la lluvia y el cruce del río. Esperamos tener un poco de resguardo en el bosque.
La mañana del segundo día amanecía exactamente como esperábamos. Un sol radiante comenzaba a calentar de nuevo. Los patos y otras especies de aves musicalizaban el ambiente y amenizaban un poco el griterío de 40 pibes que nos acompañaban ese día.
Té, galletitas de agua con queso, frutos secos y una fruta. Desayuno energético para enfrentar nuestro día de caminata que se presentaba tranquilo y con poca dificultad.
La playa nos esperaba y fuimos a explorar. Selfies de un lado y otro, y nosotros asombrados de tanta belleza!
Aprovechando lo que la naturaleza nos regalaba, juntamos bichitos, cangrejos disecados por el sol, ostras, caracoles con un sonido particular a mar impregnado en su interior (o eso imaginé yo). Encontramos unas cuevas muy llamativas, aunque demasiado húmedas y oscuras para un par de aventureros un poco cagados.
Un poco más de relax al sol y a emprender rumbo nuevamente. El clima y nuestras pilas recargadas nuevamente anunciaban un gran día.
Entre caminata y caminata nos entreteníamos con juegos, canciones, preguntas casi sin respuestas, más selfies.. Tanta naturaleza y sentirte tan diminuto en medio de la nada, te hace pensar en muchas cosas. Buenos momentos de reflexión junto a amigos.
Seguí pensando por un tiempo que mi hombro maltrecho no me daría tregua. Es fundamental distribuir el peso de la mochila equilibradamente, y ajustarla bien a la espalda para no sufrir la carga en los hombros y poder distribuirla y ayudarte con todo el cuerpo. Pero luego de dos horas de caminata, subidas, bajadas, cambio de aire, presión, temperatura, se hace difícil mantener la postura correcta. Así que decidimos hacer algún que otro "stop" en medio para hidratarnos y descansar los músculos.
Debo decir que en esos momentos en que el agobio y el cansancio apremian, basta con levantar la mirada, respirar profundo y sentir como la vida te entra poro a poro y te revive el cuerpo y el espíritu.
Con menos frío de lo que esperábamos, aunque descalzos y con lluvia en contra, logramos cruzar el ancho río cuando aún la marea nos perdonaba los pasos.
Teníamos muchas energías pero decidimos guardarlas en silencio, sabíamos que un día duro nos esperaba.
Son esos instantes en que te planteas una revisión, un flashback de tu vida, de cómo estabas un tiempo atrás.. no muy lejano.. Y lo primero que se te viene a la mente es "qué hago acá" ( ni vos te imaginabas todo esto que estas viviendo), y pensas en silencio, abrís grandes los ojos y el pecho porque sabés que nunca estuviste mejor, que esta vivencia única te cambia segundo a segundo y nada va a volver a ser igual, porque vas a ver todo con otros ojos.
El tercer día decidí guardar la cámara. Siempre la llevaba encima porque tenía intenciones de filmar la aventura y, además, en cada paso que hacía veía una foto increíble que no me podía perder.
Pero Migoyo dijo algo muy acertado: "Y qué si no tuvieras esa herramienta para dejar plasmado este momento? La gente de antes no tiene recuerdos?"
Y ahí, inmediatamente, pensé en mi abuela. Ella siempre nos anima con sus anécdotas de 70 años atrás.. Es increíble lo ue la mente puede hacer. Hoy todos esos recuerdos siguen siendo su motor para no caer en lo absurdo de la vida, en lo efímero, lo mundano. Se le ilumina la cara con cada historia que sale de su boca dibujándole una sonrisa infinita.
Y volví a este momento. Y quise grabar en i mente cada imagen, cada palabra, cada cara, cada luz de atardecer o amanecer, cada destello de pensamiento.
Guardé mi cámara y quise abrazar a mis amigos, mis compañeros de aventuras.. Y cada uno estaba embelesado en su propio mundo e historia. Así que lo guardé para mí.
Sabemos que nos queda poco viaje. Necesitamos un lugar para refugiarnos del temporal, secarnos como podamos y comer lo que nos queda de provisiones.
Me preocupa la cámara porque la mochila está bajo agua. Pero me preocuéa aún más al escuchar a otro grupo que hablaba y decían la fecha de hoy.. Al estar bajo techo tuve que verificar realmente lo que decían y corroborar en qué fecha mi vuelo partía de vuelta llevándome a casa.
Venia pensando un día atrasado! En dos días debía estar saliendo de Christchurch y aún no habíamos pensado cómo volver.
Pero una vez más, la naturaleza habló. El sol volvió a brillar secando todo lo que tenía a su alcance. Nosotros pudimos llegar a destino y afortunadamente conseguir que ese mismo día un watertaxi nos deje de regreso en el punto de inicio, no sin antes apreciar otro encanto de la vida salvaje, visitando la isla de los lobos marinos que nos recibían nadando al rededor.
No dejábamos de sorprendernos, maravillarnos. El nivel de éxtasis que generaba la hermosura natural nos inundaba el alma.
Y así, en tierra firme, hicimos nuestra despedida. Un breve adiós a caminos que se separan pero con el deseo de volvernos a encontrar, seguramente en otra aventura similar.
Anécdotas con bichos y animales raros, reflexiones, muchos buenos deseos y mucha felicidad son el contexto de este cierre emocionante.
Hasta la próxima! Hasta siempre!
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