jueves, 21 de mayo de 2015

Miradas

Hace un tiempo, antes de emprender mi viaje, una amiga artista me propuso hacer una obra sobre las miradas. Creo entender a qué se refería cuando hablaba de miradas. No sólo las formas de mirar, de transmitir, de ocultar, lo que hay y lo que uno es. No sólo lo que se puede ver a través de los ojos. Hay miradas que involucran todos los sentidos, y dependen del contexto, del momento por el que uno atraviese, de la posición desde donde cada uno puede percibir todo eso que lo rodea.
Estoy segura de que mi mirada de esta pequeña ciudad navarra no es la misma de cuando la pisé por primera vez, ni de cuando llegué con el conocimiento de que ésta iba a ser mi casa por, al menos, unos meses. 
Tampoco será la misma mirada que la del peregrino que llega, cansado, pero orgulloso de haber completado una nueva etapa de su camino, contento y exaltado tal vez de todo lo que lo rodea, como si lo descubriese por primera vez, aunque muchos pueblitos cercanos puedan parecerse en su arquitectura y cultura. 
Dudo de que la mayoría de los transeúntes cotidianos de estas calles, se paren en alguna callejuela a apreciar los adoquines en las casas, esos largos pasillos de colores que albergan historias de algún soñador como yo, que cuando se me va la cabeza, deliro alguna historia cinéfila usando estos caserones como escenarios de cualquier historia de aventura intentando que algún día sea mi propia historia la que se termine concretando así.
Aprendiendo de mis propios pasos, puedo ver como a veces nos olvidamos de dónde estamos parados.. Ésa mirada enamorada se nos va con el primer viento de otoño. Cuando cae esa primera hoja seca, ya no vemos la pintura que dibuja en el suelo como un paisaje, sino un montón de suciedad, obstaculizando nuestro andar. 
Así pasó con los copos de nieve, que tanta ilusión me hacía ver. Y disfruté de ese manto blanquecino sobre el césped, observándolo moldearse desde detrás de la vidriera de la cafetería donde trabajaba.. Días después ya era hielo mezclado con barro, era peligroso, otra vez obstaculizaba mi andar y ensuciaba mis ropas.
Qué es lo que nos hace perder el encanto por lo que vivimos? Cuál es el motivo que siempre tiende a negativizar cada suceso que nos acontece?
Definitivamente nos amoldamos a una burbuja de confort casi sin darnos cuenta..
Y el motivo de ésta reflexión es el haberme dado cuenta de la cantidad de cosas que desaprovechamos y que se nos escapa de la mirada.
Mi hermanita tiene sólo 12 años y, aunque ya la vea mayor de cuando me fui, es muy joven aún para hablarme de gobiernos, de sociedades, de injusticias.. Pero éso es lo que la preocupa, tener que vivir una realidad de violencia y no disfrutar de su niñez y adolescencia como cualquier niño quisiera. Su mirada de la vida en esta etapa es de cómo enfrentarse a cosas que pueden estar muy fuera de su alcance y cómo mantener un equilibrio para no caer en una oscura realidad.. De seguro, la mirada que ella tendría de ésta, mi realidad, mi ciudad, mi gente, sería totalmente distinta.
A ver si un día aprendemos a que nuestros pensamientos y actitudes hacia el resto de la gente y lo que nos rodea, sea para promover un crecimiento, para contagiar alegría y no oscuridad, a ver el sol detrás de las nubes, a vernos desde afuera dónde estamos parados y agradecer de tener un día más de vida para disfrutar de ella.